jueves, 12 de julio de 2012

"Él convierte los ríos en desierto, y los manantiales de las aguas en sequedales, la tierra fructífera en estéril, por la maldad de los que la habitan."  Salmos 107:33-34.

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"Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí.  Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará; No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurúm, a quien yo escogí.  Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida, mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierva, y mi bendición sobre tus renuevos." Isaias 44:1-4.

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Dios puede bendecir y puede maldecir, Él puede hacer que la vida cambie de un momento a otro.

¿Qué diferencia hay entre los dos versículos arriba?

Simple, la decisión sigue siendo nuestra, seguir o no a Dios y honrarle.

Señor, quiero mirarte y no dejar nunca de reconocer lo pequeña que soy y lo ENORME que eres Tú.

  Quiero actuar para agradarte.

Quiero sumergirse en ti, por mucho que duela morir en vida, no quiero ninguna lluvia fuera de ti.



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